Por su belleza, su textura y sabor.
La tarta Red Velvet, o terciopelo rojo, es una de las tartas que seguramente la mayoría ya la habréis probado.
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Esta receta la saqué de la página Maria Lunarillos, y me parece la más buena que he probado. Aun así, he hecho algunos cambios, según los ingredientes que más uso o más a mano en mi casa, pequeños cambios como diferente vinagre, o distinta medida de huevos... cosas insignificantes.
Y sí que en el frosting, le he puesto menos azúcar glas, ya que lo encontraba demasiado dulce para mi gusto.
Esta tarta es ideal para cualquier fiesta de cumpleaños, pero es un buen acompañante en las meriendas con el café.
Y si eres de tartas con frosting de queso, te recomiendo que veas la receta de Tarta Arcoiris.
Así que sin más rodeos vamos con la receta.
Para el bizcocho:
300 g harina
3 huevos medianos
300 g azúcar
120 g aceite vegetal
2 cucharadas cacao en polvo sin azúcar
250 ml de leche
2 cucharaditas de zumo de limón
1 cucharadita de bicarbonato sódico
2 cucharaditas de esencia de vainilla
2 cucharaditas de vinagre de manzana
1 cucharadita de colorante rojo en pasta
Para el frosting (relleno):
300 g azúcar glas tamizado
180 g mantequilla a temperatura ambiente
180 g queso crema
Lo primero que vamos hacer, es la buttermilk casera.
Mezclaremos la leche con el zumo de limón y lo dejaremos 10 minutos. Veréis que la leche se cuartea, vamos que se corta, pues eso es lo que queremos conseguir.
Mientras dejamos que se haga la buttermilk vamos, en un bol vamos a batir los huevos hasta que espumee.
Añadimos el azúcar y seguimos batiendo.
Cuando tengamos el azúcar integrado, le incorporamos el aceite y la esencia de vainilla, y seguimos batiendo.
Mientras vamos a tamizar la harina junto el cacao, y reservamos.
Una vez tengamos bien batido los ingredientes, vamos a incorporar la harina y cacao tamizado, y lo mezclamos hasta que se integre, sin batir con exceso, lo justo para que quede bien repartido, a velocidad baja.
Ahora ya tendremos listo el buttermilk, y lo añadimos a la mezcla, batiendo a velocidad baja.
El siguiente paso debe hacerse rápido, mezclamos el bicarbonato con el vinagre y lo vertemos de seguida a la mezcla, ya que eso es efervescente.
Acabamos de batir y le añadimos el colorante.
Una vez tengamos la mezcla bien uniforme y veamos que el colorante está bien repartido, ya lo tenemos listo para verter en los moldes.
En este caso he utilizado unos molde de 15 cm, pero perfectamente podéis utilizar un solo molde y luego cortar por capas.
Así que engrasamos el molde o moldes, y lo llevamos al horno a 165 ºC.
Yo como he utilizado 5 moldes, los he tenido durante 10 minutos a 160ºC con ventilador.
Si utilizáis un solo molde tardará más en cocerse. Pinchar con un palillo y cuando salga limpio estará listo.
De estos 5 moldes que he utilizado, solo voy a usar 3 para la tarta, ya que los otros dos bizcochos, lo reserva para otra receta.
Una vez horneado, dejamos enfriar y vamos a empezar con el relleno.
En un bol, vamos a batir la mantequilla a temperatura ambiente, hasta que quede blanca y esponjosa.
Le incorporamos el azúcar glas que ya tenemos tamizado previamente, y seguimos batiendo, a velocidad baja y una vez que esté un poco integrado el azúcar, ya batimos a velocidad alta (para evitar polverío en la cocina).
Veremos que tenemos una crema lisa, ahora es cuando le vamos a incorporar el queso crema, y batimos hasta su total integración.
Ya tenemos lo imprescindible y vamos a montar la tarta.
Pondremos capa de bizcocho y rellenamos, así hasta terminar con las capas de bizcocho. Con el relleno que nos sobra, vamos a cubrir toda la tarta. Aquí a gusto de cada uno. Hay quien le gusta que queden las paredes lisas, hay quien prefiera más rústicas, con picos....
Y para finalizar podéis decorar con virutas de colores o lo que más os apetezca.
Este es el resultado, buenísima.
Con esto termino, mi día, espero que os guste y la podáis disfrutar con amigos y familiares.
Os deseo una feliz semana.
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